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Mostrando entradas de septiembre, 2008

MEMENTO MORI

Con las manos fuertemente adosadas a los laterales del lavabo, la mirada desorbitada, fija en el reflejo del sucio espejo. Unos ojos vidriados de miedo. Un miedo reflejado que le escruta el rostro, incesantemente gris, incansablemente cuestionado. Un ser lleno de inquietudes molestas. El agua que corría por su cara no llegaba a refrescar ni el pensamiento ni su sudorosa piel. Se quedó así por un instante, que pareció infinito; perdió la noción del tiempo buscando la escurridiza respuesta; se daba por vencida a ratos. Sólo necesitaba saber su respuesta, la que ella creía necesitar, la que creía que la liberaría. Pero realmente, tenía el mayor miedo de todos sus miedos, el de saber la respuesta a su propia pregunta. Se quedó con la mente en blanco, ausente en su mirada penetrante. Los pensamientos brotaron sordos creando una sensación de desesperanza que recorría todo su ser. Miedos. Miedo a creer en lo que realmente no conocemos, a la muerte inminente, a la oscuridad y la soledad; miedo

Cuentecillo de la lluvia

El cielo tenía una gran pena. De nubes oscuras se nubló y durante días lloró. Setitas de colores andan por las calles. Setitas de colores mojaditas de lluvia. Corren de aquí para allá, suben bajan, vienen y van. Unas son grandes, enormes, otras pequeñas y con goteras. Otras el viento las rompió. A algunas setitas se les olvida su sombrero y con sus pequeñas patitas corren enfadadas bajo la llovizna. A otras en cambio la lluvia les gusta mucho y se quitan el sombrero y corren metiéndose en los charcos, empapándose de alegría. El cielo aún triste, a veces ruge con rabia y las setitas se asustan, se esconden. Esperan a que se calme... Cuando el cielo se ha desahogado, se despeja de sus feas nubes y deja relucir su precioso cielo azul. El sol brilla y el vientecillo fresco juguetea a su antojo. Las setitas guardan sus sombreros y ponen una sonrisa en sus caritas llenas de color.

Otoño

Época de ultimátum. De lágrimas al borde del abismo. De sangre fría. De moscas irascibles que huyen de una muerte prematura. De hojas quebrantadas. De vientos furiosos y templados. Es época de cielos entristecidos, copados de nubes informes y grises. De falsas esperanzas, de lluvias que no llegan. De recuerdos fustigados y soledades de insomnio. Tiempo en el que caen las pestañas y los ojos enrojecen. Los cuerpos se vuelven ásperos y encogen, cuan amorosos son. Época de noches infinitas, de continuos días moribundos. De palabras mudas, de heridas de incesante borboto, de sentimientos acotados. A mano tendré el abrigo para guarecerme cuando caigan las primeras gotas y soplen los primeros vientos fríos, y a mano reservaré la sonrisa trémula que alberga la esperanza de recordar este dolor con alivio.

Por qué lloran al nacer

Ciudad

De pie sobre el suelo de piedra dura, inmóvil, dejándome invadir por el ruido que se va convirtiendo, a medida que me hace suya, en murmullo, cada vez más rápido, hasta que se hace extraño y horrible. Todo gira en torno a mi piel, que la traspasa quedando el pensar sin pensar suspendido en el humo contaminado. Luces y sombras, sarcástica metáfora de lo que me es tangente. A mi paso ligero y huidizo la ciudad se me antepone, llegándome a irritar, la esquivo, se ríe, frunzo el ceño y me deja paso durante algún tiempo. Tengo tantos pensamientos a los que quisiera dar carpetazo que ni se molestan ahora, mientras huyo por las venas de la ciudad, en golpearme la frente. Siento detrás de mí que el tiempo se me descuelga, se pierde, y sólo arreo el lamento de no saber cómo rescatarlo. Me confundo, entre tantos olores mezclados, olores a cementos húmedos en obras inacabadas, a petróleos quemados, a cigarros moribundos en bocas apestosas, a perfumes pesados, no me reconozco en el caliente aire

Sobre el llanto

¿Os habéis fijado en lo bonito que es llorar? Pero llorar de pena. Cuantos músculos se encogen, se estremecen en todo el cuerpo. El corazón comienza a compungirse, atravesado por una punzada de dolor proveniente de lo más profundo e insospechado que podemos imaginar... Esta sensación es más dolorosa por el hecho de no saber exactamente de dónde procede. Atendemos a un truenecillo dentro de nuestra cabeza, como el eco sordo de una tormenta aproximándose. En la cara los ojos se aprietan, rebasándose un párpado a otro empapados y salados, las cejas casi se tocan, la boca adopta una mueca de furia y dolor intensos. La nariz se atora como nunca de secreciones incansables. Las gotas saladas caen, como si de una pendiente divertida se tratara, caen presurosas hacia el vacío. Las manos apremian a encerrar el rostro enrojecido. Los hombros se convulsionan, el pecho exhala hondamente pequeños pedazos de aire que expulsa in situ. La sangre se espesa en las sienes y el corazón se acorrala en la tr

Astillas

Sentada, con las manos colindantes a una taza de té, blanco y ardiente. Vierto sobre el agua expectante una mirada intimidatoria, que la hace ruborizarse y casi retroceder, volviéndose amarillenta. Vierto a su vez un pensamiento aquejado por las torsiones complejas a las que lo someto de continuo. Me siento con la piel astillada de los roces forzosos, el corazón agrietado en los suburbios inexplorables, con dolores de ideas banales. Suspiro, sobre el calor del agua aprovechando para de paso enfriarla. Vierto, ahora, una advertencia amenazadora, esperando una respuesta que me satisfaga, o al menos me distienda los sentidos y el cuerpo. Por un momento, por un instante. El cansancio se acumula y siento que no hay forma de respirar. Los pulmones se agarrotan y el pecho no se expande más allá de los músculos encajados. La puerta de la que me hablabas está atrancada, sólo consigo asomar la mano putrefacta congelada en el tiempo de la ansiada espera, como testigo de una posible señal de

s/t

Proyecto sobre mis zapatos de cordones negros mis sueños. Proyecto mis zapatos sobre el asfalto y la ciudad. Los vacío de pereza, de cansancio y calor. Los proyecto hacia delante con ritmo constante y sin pausa. Me hacen caminar entre pilares andantes, me hacen sentir de goma entre las paredes de la gran urbe. Son pequeños pero rápidos. Anquilosados ante un rojo imponente, desesperan y empiezan a bailar. Rebosan de energía. Y de repente se me salta el corazón. Eres tú. Te estaba esperando. Entonces mis pies se congelan y mientras hablamos adoptan posturas verticales, intentando oír la conversación. Qué pronto te marchas. Mis pies tiemblan. Comienzan a flaquear y a apenarse. Me lanzan a través de las calles a toda velocidad, hacia casa. Se deshacen de sus ataduras y acarician el frío suelo, recuperando el aliento. Caen rendidos sobre el mullido colchón, envueltos en sus suaves calcetines, descansan uno sobre otro.

s/t

El aire arreciaba al atardecer, la noche caía espesa sobre las cada vez más desiertas callejas. Caminaba apretando el paso, recorriendo el duro asfalto de calles sin nombre. Con rumbo fijo, a refugiarme de esa negrura. El aire tormentoso se deslizaba cálido sobre mi cara. La calle era larga y recta, no pasaban coches ni gente y crucé para tomar la trasversal a la izquierda. Cuando torcí la esquina me pareció entrar en otro mundo; el aire dejó de silbar y de moverme los cabellos. Las hojas no rodaban y el calor se hizo seco, casi imperceptible. La calle enmudecida por unos instantes me obligó a mirar en derredor, sin dejar de caminar. Se me antojó extrañamente peligrosa y segura a la vez. Duró un instante, menos de lo que pudiera haber contabilizado un reloj. El aire comenzó a levantar levemente la hojarasca abandonada; como una brisa, me trajo el calor húmedo a los brazos. Me fue divertido pensar que, por ese instante, burlé al aire en su juego travieso de un esquinazo.

Bert Haanstra

Bert Haanstra. Era un documentalista holandés que descubrí hace poco y me encantó. Cabe destacar su capacidad de composición sonido-imagen, cómo encaja todo a la perfección. Es digno de ver. Este es uno de sus vídeos, pero os animo a que busquéis más al respecto porque no tiene desperdicio. http://es.youtube.com/watch?v=700JtwiPrlQ http://es.youtube.com/watch?v=vUfsd69iu9Y&feature=related

Odeón irritable

Como bien dices ese “ambiente de competición” es el que nos envenena los pensamientos, nos corroe el cuerpo de escalofríos y espasmos violentos. No entiendo cómo llegamos a estos puntos, que parece que si trazas una línea uniéndolos forman el dibujo de una soga. En el ardor de la batalla no se mira ni que se esté una noche sin dormir ni que se esté a la intemperie con las horas pesando sobre el cuerpo... ¿Y todo para qué? Siempre con el mismo anhelo, con la misma ansia de conseguir algo que, si pensamos fríamente, no nos quita la vida y podemos seguir viviendo teniendo lo que tengamos... pero nos desvivimos. Es la contradicción de la que somos víctimas todos, tanto de los que la tienen dentro como de los que, por las circunstancias, les acaba abordando. Quienes vivan esto, sabrán de lo que estoy hablando. Y los que no, se lo explicaré en pocas palabras. Esta maldita manía de no hacer las cosas bien desde el principio, aún a sabiendas de lo que pasaría. Somos la primera promoción de un

Sobre el silencio

Esta entrada puede ser un poco larga y más para ser la primera. Pero quería empezar con algo neutro. Como bien titulo, sobre el silencio habla de aquellos recuerdos añorados que permanecen mudos en la memoria. Busco una habitación perdida, en una casa abandonada en el tiempo. La puerta colgaba de una bisagra desgastada, la madera estaba fría y agujereada, descolorida. El viento la mecía torpemente. En el umbral de la entrada el suelo se extendía gris aterciopelado, mullido, con alguna que otra hojarasca repentina. Al paso, el gemido dolorido de la madera sucia retumbaba en las paredes agrietadas, sucumbiendo la calma. Una calma vieja, dormida entre el viento y los árboles y el mar lejano. El aire dentro de la casa era suave, caluroso y familiar. Aquel monstruo roto era acogedor, era como un animal dolido en las entrañas, con su pena eterna e incurable. Sólo le quedaba el aire contenido de recuerdos. El olor me pareció un susurro ajeno que poco a poco cogía forma de

Bien-come?

Sólo quiero inaugurar de alguna manera otra forma de comunicarme. Os invito a que mi blog sea vuestro blog y os expreséis como queráis. ¡Bienvenidos!