música I

Mientras me hablabas de la metodología del conservatorio, me hacías evidente del grado de cuadriculación de la enseñanza “mucha gente deja el conservatorio porque no les gusta la enseñanza que dan; crea mentes cuadriculadas”. Me hablabas también del temario que siguen las distintas asignaturas: Mozart, Beethoven, Vivaldi... el romanticismo, el barroco... y otros muchos nombres y conceptos que no salen del clasicismo.

Echas en falta algo más moderno, contemporáneo; me dices que ni siquiera tiene cabida en el conservatorio. ¿Cuántos años dices que son? ¿Cuántos años venerando a los mismos? Me pregunto qué tiene de sólido este tipo de educación, si con el paso de los años no fomenta la capacidad de creación del alumno.

Hablando de fomentar, entre otras cosas. El fomento de la cultura. Todavía tengo recalcada la noticia de hace algún tiempo: La medalla a las Bellas Artes es otorgada al toreo. Esto es un hecho relevante de lo decadente de la cultura y a dónde estamos llegando. Cuántos artistas plásticos habrá emergentes, o sumergidos, cuántos hay ya que pueden dar el tirón a la cultura española. Sin embargo, mientras se gastan los cuartos en una cúpula colorida que se cae a pedazos sobre las cabezas de los mandatarios del mundo, España se pone flamenca y los niños se mueren de hambre en sus países reventados por las grandes potencias. Vaya tirón cultural... Aún así, siguen dando medallas a diestros de siniestras matanzas turísticas que tiene los días contados.


Me hablabas también de la oferta cultural inaccesible económicamente a la población joven, que son a los que supuestamente se les pasa el legado cultural. No hablemos de la pobreza de dicha oferta, pero no hay tampoco que ser malévolo. Quiero pensar que esta ciudad, de unos cuantos años hasta ahora, se lo está trabajando un poco más después de explotar y reinventar la figura de Pablo Picasso, que aunque sigue siendo una constante siempre ha sido y será el impulso de todo lo demás, muy a mi pesar.

Pero volviendo a la oferta cultural. Te referías concretamente al teatro y la música. Puedo pecar de no ser asidua y por eso no tener derecho a criticarlo como me venga en gana, pero sí me puedo conceder una pequeña licencia basada en lo empírico. Semanas atrás, y con esto del festival de teatro, andaba por la plaza del Cervantes justo cuando acabó una función. La gente que salía por aquellas puertas era mayormente gente “acomodada”, burgueses, gente de ciertas edades. ¿Es esto otra prueba de que la cultura sólo es para la élite? Me decías además que no hay facilidades para que los jóvenes fueran a este tipo de eventos; la publicidad no despertaba en este sector todo el atractivo que pudiera tener. ¿Acaso prefieren cobrar las entradas a un precio alto y no llenar la sala en vez de a un precio más flexible y faltarles asientos? Quizás esto fuera una exageración, pero si fuera así, quién dice que a los que no pudieron entrar se les revolvería el gusanillo de la curiosidad y harían más ahínco por conseguir una entrada a la siguiente función: lleno seguro.

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