Me encuentro en el silencio profundo de las miradas ciegas, de las palabras mudas y torpes. Me empapo de locura trastocada, de imágenes alocadas, de pensamientos en colores puros. Siento la intención rota, siquiera mellada, del cuerpo candente, a la vez árido, a la vez templado. Me mata la necesidad, y me pueden las ganas de llorar. Trago saliva la que nunca trascenderá, y lleno los pulmones. Me desinflo en un suspiro quejoso, en unos ojos cerrados, en una mente alborotada, en un corazón palpitante, en un miedo sangrante. Me hace el deseo de querer serte todo; me paraliza, la incertidumbre de no serte nada. Así me consumo, en la total partenogénesis de un amor engendrado por la única soledad en los suburbios de mi corazón.