Me fundí en lo indescifrable, en el perdón, en la paz, en los te quiero, en el cuidado, en las sonrisas. U na sinceridad que quemaba la piel y me liberaba. No sentía el más mínimo rencor. Vivir con esa carga no me iba a hacer llegar muy lejos. Aprendí, y solo voy a decir que aprehendí, el valor real de esa palabra, que me grabé a fuego todas las enseñanzas en mis valores y me hace ser mejor persona hoy, despierta. Por alguna extraña razón, lo que sea nos puso en la vida de la otra. No creo en las coincidencias azarosas, aunque a veces no les encuentre el sentido. Pero, después de tantos años, con éste abrazo lo veo claro. Gracias por despertarme.
de palabras marchitas de sueños encastrados de amores engarzados de imaginaciones desgastadas de risas dehojadas desollando los sueños una y otra vez contra la realidad sin vislumbrar nada más que la fantasía.
Después de todo, de tanta palabra dolida, de tanto suspiro quejoso, de tanta punzada retenida, después de todo eso, me libero y descamo la costra que recubre mi piel. Debajo se esconde la otra piel que nunca miré, que no aprecié, que no supe querer. Se me expande el pecho al respirar y siento la certeza de que voy por buen camino, que me doy cuenta dónde acaba la piel muerta y dónde brota la viva. Sobre todo, amar, pero de verdad, con calma, disfrutando, lo he intuido, lo he probado y sé que quiero eso.
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