Durará todo lo que tú quieras que dure



Cada vez que la miro siento mi miedo y mi rabia en su carne. Siento los ojos agarrotados en el infinito frunce y la desgana profunda junto con el improbable simulacro de una sonrisa verdadera.
Me difiero, en que he conseguido atisbar la puerta entreabierta, por la que brotaré fluida en mi calma dormida, con mis sentimientos sobre la piel cálida por la sangre nueva.
Siento que mi pecho exultante late todo entero, lleno de fuertes esperanzas y victorias saneadas.

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