muerte a la carta

Sobre una noticia hace tiempo...

Escuchando el tick tack de mi reloj de pulsera, escuchando con atención su pulso, cuando éste es imperceptible en la realidad egoísta.
El rostro se me queda petrificado en una mueca de horror al oír de fondo lo noticia. No entra en mi cabeza la magnitud de la deshumanización que sufre la gente. Cómo a estas alturas, a una persona se le puede matar metiendo conscientemente veneno en sus venas. Conscientemente.
La sangre se nos hiela frente a la ferviente intención de ética humana. Cada vez veo más difícil cambiar o dar significado a algo o simplemente ser humano.
Treinta años encerrado es mucho tiempo para arrepentirse y sufrirlo en carne, para además quitar la vida de esa manera tan mortal y deshumana. Treinta años machacando a una persona, destrozada por dentro y ya cuando no es persona, el veneno termina de corroer lo que queda, lo poco que queda.
Cómo darle a elegir la última voluntad. Conceder la última voluntad a una vida, cuando ¡toda la vida es voluntad! No entra en la cabeza. Cómo se sigue consintiendo el derecho o no a la vida. Quiénes somos nosotros para dictar vida o muerte entre nosotros mismos. Quienes matan, pagan, son matados, juzgados, liberados... Es muy difícil encontrar el punto medio, el punto perfecto o el punto coherente. Salvajismo. El humano se está perdiendo en sí mismo. A perdido el valor de lo que es la vida. Una aguja, una silla eléctrica que quema los sesos.
Comprendo que hay que pagar, pero en realidad no habría que pagar por nada que no se ha de hacer. Creo que el tema es más delicado para la solución que dan algunos. Y lo peor es que muchas veces el error es monumental.

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